jueves, 19 de agosto de 2010

EM 18: Cátulo Castillo

Ernesto Poroto Marangoni no se droga. No se emborracha. No es vicioso, ni jugador, ni mujeriego. No salta la barrera de la mediocridad. No se le conocen más sueños que los de anoche. Pero lo apasiona ir allí, a ese bar en el corazón del Abasto. Se sabe la historia de memoria: "Hoy me enteré que se inauguró en 1923, con el nombre de El Asturiano Provisiones y Fiambrería. En 1962, cuando abrió el primer supermercado en el barrio, se cerró el almacén, y siguió funcionando como bar", le dijo hace un par de años a Rodríguez, cuando lo llevó por primera. Fue la única: "Me cansé que estés todo el tiempo mirando los banderines con la boca semiabierta, chorreando baba", le espetó Rodríguez.
Poroto queda siempre enceguecido con los banderines. Son 450. Siempre pide lo mismo. En realidad, ni siquiera pide: se sienta, empieza a mirar las paredes, abre la boca y le empieza a correr saliva por la comisura de sus labios. Le traen una picada, una soda, y lo dejan ahí hasta el cierre. Poroto come lentamente, papita por papita, aceituna por aceituna, salchicha por salchicha, hasta que llega la hora de cierre y se va, caminando calmo por las calles del Abasto, ya sin tomates podridos ni hombres con botellas de Resero.
Esa noche algo cambió. Enfrente suyo había un hombre que tomaba y tomaba. Poroto se dio cuenta por el ruido que hizo al caer un vaso al piso. Vio al hombre de unos 60 años, arrugado, con las canas engominadamente prolijas. Con una herida en el alma que le traspasaba la piel y quedaba al descubierto. Ernesto recordó aquel designio de Rodríguez, y se puso el traje del salvador que nunca fue, ni es, ni será. Nadie es lo que no es. Pero todos somos lo que ilusionamos ser. "Este hombre se puede morir de cirroris –pensó-, lo tengo que salvar".
-Señor borracho, por favor, deje de tomar. Su vida corre peligro. Deje de ingerir esa botella de cerveza.
-¿Vos quién, HIC, sos?
-Me llamo Ernesto Marangoni. Me dicen Poroto. Y soy el Evita Muertes.
-Pero, ¿vos quién sos? HIC.
-Ya le dije...
-Ah, sí… Cierto. ¿Cómo te llamás?
-Ernesto.
-¡Que lindo nombre que tenés, Enrique! HIC. Yo me llamo Cátulo.
-Como Castillo.
-Enrique, ¿sabes porque me llamo Cátulo? HIC. Por Castillo. HIC.
-Eso dije recién.
-¡Eso te dije recién! Cátulo. Me llamo Cátulo. HIC. En honor al mejor letrista de tango de la historia. Ese sí que era un crack. HIC. Cucha, Enrique, Cucha.
El borracho se paró, trastabilló, se agarró de la pared, tomó la botella de vino cual micrófono y empezó a cantar, con voz ronca, una entonación adecuada, y todo el sentimiento que exige cantar La última curda:

Lastima, bandoneón,
mi corazón
tu ronca maldición maleva...
Tu lágrima de ron
me lleva
hasta el hondo bajo fondo
donde el barro se subleva.
¡Ya sé, no me digás! ¡Tenés razón!
La vida es una herida absurda,
y es todo tan fugaz
que es una curda, ¡nada más!
mi confesión.

-Bueno, señor borracho, usted tiene que dejar de tomar. La bebida en grandes cantidades hace mal, interrumpió Poroto.
El borracho siguió hasta la última estrofa:

Cerrame el ventanal
que arrastra el sol
su lento caracol de sueño,
¿no ves que vengo de un país
que está de olvido, siempre gris,
tras el alcohol?...

Se sentó, eruptó, miró a Poroto y le dijo: "Todo en grandes cantidades, HIC, hace mal, Enrique.
-Me llamó Ernesto.
-¿Y si te llamás Ernesto por qué me dijiste Enrique? ¡Sos pelotudo, HIC!
-Sí, todos me lo dicen. Vamos, lo llevo a su casa. ¿Dónde vive?
-Escucha, Enrique: "Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una". No me acuerdo donde está mi casa, Enrique.
Poroto quedó, de nuevo, boquiabierto. Quería saber de quienes eran esas sabias palabras. "Una pregunta, señor borracho...". El hombre lo interrumpió y le dijo: "Voltaire, HIC. HIC. HIC". Luego, cayó redondo al piso.

3 comentarios:

  1. "Nadie es lo que no es. Pero todos somos lo que ilusionamos ser."

    Me quedo con esto y nada mas...

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  2. em!! y la chica donde esta :D
    Tatiana beer, emmm digo anonimo (?)

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  3. Nos fuimos de la historia... coincido con el comentario anterior, dónde está la chica a quien Poroto llamaba y llamaba?

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