sábado, 27 de abril de 2013

Atragantado

Tengo un cuento atragantado en la cabeza desde hace varias semanas. Y no es broma. El maldito se niega a nacer, aunque en realidad soy yo el que no le impone la maldita cesárea.
¿Quién domina a quién? ¿Las palabras al autor o el autor a las palabras? ¿Es raciocinio o impulso? ¿Quien gana esta batalla en cerebero?
Es como la vida: también tengo atragantadas algunas cosas por decir, pero a esta altura no me escucha más que el viento. Hay oídos de ocasión que se prestan, pero no son los oídos donde estas palabras necesitan hacer puerto.
Tengo ganas atragantadas. Y también pasados y presentes. Los futuros no dicen mucho. Prefieren esconderse y mutar en presentes. Entonces, todo vuelve a empezar. Y solo queda por decir que tengo un cuento atragantado en la cabeza desde hace varias semanas...


domingo, 21 de abril de 2013

Juguetería Chocolatín

En el barrio hay una calle en diagonal que desemboca en la Avenida. Esa última cuadra es muy tranquila. Será por eso que fue elegida tantas veces para esas largas discusiones teléfonicas que nacían inservibles y nunca cambiaban su esencia. Era caminar y caminar esos poco menos de 100 metros con el celular hirviendo en el oído, mientras se intentaba encontrar una explicación a lo inexplicable. Y la escena se repetió una, diez, cien veces...
Justo en el medio de la diagonal había un lugar para sentarse. Ni lo suficientemente alto para no llegar, ni lo bajo para estar incómodo. Cuando la charla, bueno, cuando la discusión concluía sin ningún tipo de entendimiento, el cuerpo quedaba allí, en ese espacio inerte, inmovil. Como sin vida. Sin siquiera apreciar que ese era el fondo de una juguetería que nacía en la Avenida y recorría unos 30 metros por el interior de la manzana hasta llegar a la diagonal.
Dos meses después del último llamado, la vida llevo al mis cuerpo por la famosa diagonal. Hubo tiempo de apreciar la cuadra, con sus hojas revolcadas en el piso a los pies del otoño. Y hubo tiempo de apreciar otros detalles. Tantas veces el cuerpo desparramado en ese espacio, con la cabeza en medio del peor maremoto. Hoy las olas bajas más calmas. Y se puede apreciar que la juguetería se llama Chocolatín.


miércoles, 17 de abril de 2013

Puro cuento: Rubia y de ojos celestes

Otro viejo cuento, de aquel 2009, recuperado del cajón de los recuerdos...


Brillaba. Detrás del mostrador, brillaba. No hay otra palabra que sintetice mejor su universo. Era rubia y de ojos celestes. El pelo atado para resaltar mejor su mirada. Su impactante mirada.
-No sé que le pasó. Se quedó muerto de golpe, Noelia, le dijo el lunes que le llevó el celular, mientras miraba su nombre en la chapita que asomaba de su voluptuoso seno izquierdo. Aguirre era el apellido.
-Hola, ¿ya está listo?, le preguntó el martes, cuando sabía que debía esperar un mínimo de tres días para el arreglo.
-¿Hoy tampoco?, atacó el miércoles.
El jueves tuvo su teléfono listo. La miró a Noelia, esta vez decorada con agresivo flequillo y un escote que empezaba y vaya a saber donde terminaba. Intentó decirle algo, y le salió... Le salió lo que le salió: "Chau. Gracias. Hasta luego. Que tengas buen fin de semana. Hoy. Este, no, hoy no. Mañana. Claro. Hoy es jueves. No es viernes. Mañana es viernes. Bueno, me entendés. Que la pases bien". Noelia sonrió. "Chau, vos también", le contestó la esplendorosa rubia con su blanquísima sonrisa.
"Boludo. Una y otra vez boludo", se repetía camino a su trabajo donde lo esperaban cinco horas más de su rutina de cadete por el microcentro. "No, mejor pelotudo. Soy un pelotudo". La timidez. La sensación de que esa rubia era demasiado para él. Game over sin jugar. Como tantas veces...
Tres semanas pasó pensando y pensando. Pidió consejos. Y eligió el plan a ejecutar.
-Hola, Noelia, ¿te acordás de mí? Ah, bueno, sí. No sé. Yo te llevé el celular para arreglar. ¡Qué casualidad que tomamos el mismo colectivo para... A ver... ¡La Paternal! Sí, podemos viajar juntos. ¿Podemos? Sí, que bueno. ¡Qué bueno!
Cuarenta y cinco minutos después, y luego de un monólogo suyo condimentado por monosílabos de la rubia de ojos celestes a modo de respuesta, ella se acercó a la puerta y tocó el timbre. "Ah, sí, acá. Me bajo también. Digo, si querés. Te acompañó unas cuadras. Digo, si querés. Me bajo".
Una cuadra por la avenida, dos cuadras para adentro. La noche ya reinaba en la ciudad. De golpe, la rubia detuvo sus pasos: "No digas nada". "¿Yo? No, tranquila, yo quería acompañarte, pero no digo, si querés no digo". "Callate", le gritó. Lo arrinconó contra una pared y le dio un beso. Largo. Húmedo. Hasta apasionado. Los ojos celestes abiertos y vigilantes. Los negros, cerrados. Los besos soñados se dan cerrados.
-Noelia, que sorpresa encontrarte por acá. Justo te estábamos buscando hace algunos días. Te hicimos una advertencia, dos, y la tercera. Es mucho, nena. Te pasaste de la raya.
-No, muchachos. Les voy a explicar. Fue una confusión. Y mi mamá está enferma, necesita...
-Tu mamá, tu mamá... Nena, esto es un negocio. N-E-G-O-C-I-O ¿Y este pendejito quién es?
-Hola maestro. Resulta que acompañe a Noelia en el colectivo porque…
-Es mi novio, él me obligó a vender en la cortadita. Yo le dije que esa no era mi zona. El dijo que se encargaba. Yo no quería.
Noelia salió corriendo y llorando.
-¡Noeliaaaaaa...!, la llamó con un grito desesperado. No pudo dar un paso: seis brazos ya lo habían frenado.
-¿Así que todo esto fue tu idea, pendejito? ¿Así que sos guapito? ¿Sabés que le pasa a los guapitos?
-No tengo idea de que hablas, maestro. Pero no me importa. Dejame ir con ella. Es lo único que quiero. ¡Noeliaaaaaa...!
Se escucharon tres disparos. En el piso, desangrado, alcanzó a ver como Noelia, a media cuadra, se daba vuelta. Vio sus ojos celestes por último vez, y cerró los suyos para soñar para siempre con el mejor beso de su vida.
"Ajuste de cuentas: asesinan a un vendedor de drogas en La Paternal", fue la placa roja tres horas después.

domingo, 14 de abril de 2013

Mail

"Hola Diego, tanto ....tiempo, soy Claudia tú ex- cuñada, mira no pretendo ser inoportuna, pero es que siempre estan en mis recuerdos, en su momento fuimos familia, pero.... la vida continua. Cómo estas vos, la flía. A mi me hackearon mi correo anterior, antes de tener facebook y perdí contacto con tu hermano Daniel. Se que ha pasado mucho tiempo, lo último sobre lo que hablamos es que estaba muy preocupado por su salud, me dijo que estaba mal. Sigue en Sevilla? Tú mamá, cómo esta? en fín, si tenes ganas y tiempo y querés responderme, te lo agradecería. Yo estoy viviendo en Rosario nuevamente, siempre fui muy nómade, me voy ...y vuelvo. Te mando un gran abrazo y muchos cariños, Hasta siempre".
Los nombrespropios están cambiados. El resto es la pura realidad de un mail que llegó a la casilla en una medianoche de este otoño. Claudia y Daniel fueron una feliz pareja por cerca de 20 años. Después siguieron un par caóticos que derrumbaron el sueño del matrimonio eterno. Todo finalizó como finalizan estas cosas: separación y nuevos rumbos.
Daniel murió hace un año y medio. Claudia no lo sabe. Y ese mail de medianoche espera una respuesta.

viernes, 12 de abril de 2013

Regalos

Hay un capítulo de The Big Bang Theory que tiene muchas enseñanzas. Es Navidad, y Sheldon no sabe que regalarle a Penny. Entonces, arma el siguiente plan: comprará cuatro productos de diferentes tamaños y precios. Al recibir el regalo de ella, averiguará rápidamente el valor y le obsequiará un presente del mismo precio. Los otros los devolverá, recuperará el dinero y se sentirá en igualdad de condiciones con la bonita Penny.
Hasta ahí todo perfecto, hasta que Penny, que trabaja de moza, entrega su regalo. "¿Una servilleta?", pregunta Sheldon. "Sí, pero mirá del otro lado". Allí estaba el autógrafo de Leonard Nimoy, el actor de que represrentó a Sr. Spock en Star Trek. Es decir, un héroe real para Sheldon. "Perdón que está un poco sucia, pero se limpió la boca con ella". Sheldon enloquece: "¡Está su Adn en esta servilleta! Puedo crear muchos señores Spock!". Y de inmediato le trae los cuatro regalos a Penny y le dice: "Perdón, perdón, sé que no es suficiente", y la escena termina con Sheldon abrazando a la muchacha.
Moraleja: las cosas y las personas no tienen el valor que parecen...


domingo, 7 de abril de 2013

Cuentos puros: La Condesa

Como el público se renueva, y porque al autor tiene ganas, repetiremos el primer cuento que nació de esta cabecita para este espacio. Fue escrito en junio de 2009, se título "La Condesa", y dice así:


"Perdedor. Yo tengo lo que vos querés…"
Con impecable traje negro, Alex miró a ese pequeño ser que había osado insultarlo. Burlón y sádico, le dedicó una de sus típicas respuestas con sobredosis de arrogancia. Minutos antes se habían visto por quinta y última vez después de convivir una semana en una despiadada carrera por conseguir ese puesto gerencial.
Quizás fue el perfume importado. Tal vez los anteojos último modelo. O, porque negarlo, la marca registrada de sus ojazos celestes en un rostro con infaltable cama solar. Todo esto, más una simpatía innegable al hablar y varios postgrados bien pagados, inclinaron la balanza para el muchachito de la película. Lo esperaba un sueldo de cinco dígitos en moneda extranjera, viajes, tres secretarias de curvas llevar y poder. Mucho poder. El mundo en sus manos.
Tenía planeado un sábado de festejo en su piso de Belgrano. A su estilo: amigos, música, tragos, drogas y mujeres. No necesariamente en ese orden. Para mejor, por la noche la suerte le sonrió: colorado el 5 más negro el 10, dos plenos seguidos bien cargados y a cobrar. Mucha suerte para un solo viernes. La morocha de Asia de Cuba, con sexo oral en el baño, fue de yapa…
"Negro, querido. Esta noche hay joda loca. Llamá a los chicos. Prepará todo para unas 10 personas. Paga la casa". Juani, el Negro, tiene una capacidad fantástica como organizador. Nunca falla. Pero sonó la musiquita de El Golpe en el celular de Alex, y todo cambió. "¿Venís esta noche?". Era La Condesa. Así se hacía llamar, y así figuraba en la tarjeta que le dio aquella noche de auto a auto, después que el muchachito la siguiera unas 30 cuadras por Libertador en su descapotable. Era una obsesión. Imposible combatir contra el mix mujer más obsesión.
"Negro, arrancá vos con todo y con todos. Yo llego más tarde", decía el cartel en la puerta de su casa. Alex, mientras, con su mejor ropa de sábado a la noche, tocaba el timbre de la casona vieja. "Me invito La Condesa", dijo. "Sí, pasa, son 20 pesos". Pispeó la gente desparramada en el patio. Se sintió extraño. Muy extraño. ¿Esa nena de 21 hablando con ese viejo? ¿Y esa gorda así vestida con tanto cuero reluciente? ¿Ese pibe está desnudo y tiene un collar en el cuello? ¿Qué es esto, man? Muchas preguntas y pocas respuestas.
Sus ojazos celestes vieron como parte de la gente se amontonaba en una puerta. Sus 185 centímetros lograron espiar: era una pequeña habitación y se veía a una chica de piernas largas. Alex se abrió paso casi intempestivamente. No es un lugar común: se frotó los ojos para corroborar que todo era cierto. Sí, era ella. La figura de La Condesa estaba esculpida en un vestido de látex, con botas de plataforma de no menos de 15 centímetros. Brillaba...
Látigo en mano, castigaba a un gordo panzón que le chupaba las botas. Mientras, le espetaba a un pelado que obedeciera. "No te muevas", gritaba mientras la cera de la vela enrojecía el cuerpo del varón depilado. La suela puntiaguda apretaba los testículos de un hombre flaco, enmascarado, con collar en el cuello. “Esclavos, de pie”.
Se incorporaron y uno a uno fueron pasando, cabeza gacha, detrás de La Condesa. Cuando la dama pasó cerca de Alex, éste intentó acariciarla. Recibió como respuesta un empujón y un escupitajo. Quedó inmóvil. Pálido en su tostado de cama solar. Cuando pasó el tercer esclavo, notó que los ojos del encapuchado se clavaban en los suyos.
-¿Qué miras, pelotudo?, le dijo Alex.
-Perdedor… Yo tengo lo que vos querés…

martes, 2 de abril de 2013

Cuentos puros: Infeliz cumpleaños (O: "Infeliz, cumpleaños")



-Amorcito, en 10 días es mi cumpleaños…
-Sí, ya sé. Soy un genio yo: hace dos semanas empecé a salir con una chica que estaba por cumplir años. ¡Te conocía más adelante y me ahorraba el regalo!
-¡Que bobo! ¿Qué me vas a regalar? ¡Algo lindo y caro!
-No sé, no lo pensé…
-¡Pero que sea lindo y caro!
-¿Y vas a hacer fiesta? ¿Qué pensaste?
-Algo haré, seguro. Tengo mucho que festejar. Te conocí a vos… El año pasado hice fiesta de disfraces…
-¡Qué bueno! Hay fotos? ¿Quiero ver?
-¡Uh, que hincha! Bueno, dale.
-¿Y esté disfrazado de Peter Pan quién es?
-Mi ex, un tarado…
-No viene, ¿no?
-¡Ja! ¡NO! Nos peleamos mal. Nunca se jugó por mí. Y cuando nos separamos me sacó la garantía…
-¿Pero vos no me confesaste que lo habías engañado? Y lo de la garantía me suena lógico: si terminan, terminan.
-Sí, porque él no se jugaba por mí… ¿Pero estás a su favor, boludo?
-No, no, perdoná… ¿Y está disfrazada de hada? ¿Va a venir?
-No, no viene. Es Yanina, una amiga que el año pasado me veía muy seguido porque vive cerquita. Pero me peleé.
-Ah, sí, me contaste, se juntó con un tipo y tuviste problemas con el tipo.
-Sí, esa. Nunca me defendió. Yo no hice nada malo…
-¿Está va a venir? ¡Qué buen disfraz de vaquerita tiene!
-No, tampoco. Es amiga de la anterior. Y dejó de hablarme… Una boluda que no sirve para nada.
-Que mal… Lástima. ¡Qué original está disfrazada de Flor!
-Sí, muy original. Es Flor, la chica que vivía conmigo hasta hace poco.
-Ah, sí, la que se pelearon porque vos la invitaste a que venga a vivir con vos y después le pediste plata y no tenía.
-No, no fue así. Me tenía que dar dinero de entrada y nunca me dio.
-Ah, me habías contado otra cosa… Bueno, no importa gordita. ¿quién viene de estos de las fotos entonces?
-Dejame ver… A ver… Nadie. Decidí cambiar de vínculos e invitó toda gente nueva.
-¿Y del cumple anterior?
-¿No me estás preguntando mucho vos? No quiero a nadie. Todos amigos nuevos.
-Ah, sí, del grupo del boliche que conocés hace unos poquitos meses… ¿Y no tenés amigos de toda la vida? ¿Tu cumpleaños 30 y no viene nadie de los últimos cumpleaños?
-¿Qué te pasa, boludo? Me junté con mala gente y bla bla bla. Mucha gente me jodió, yo no hice nada. ¿Pero vos podés dejar de preguntar? ¿Sos detective ahora? Eso, ¿por qué no hago una fiesta sorpresa y te disfrazás de detective, pelotudo? Mejor cállate la boca y vamos a coger que es lo único que hacés bien.
El día del cumpleaños hundió los tres dedos en la chocotorta y pidió los clásicos tres deseos. Estaban sus nuevos amigos del boliche más algún familiar. Nadie se disfrazó de detective. Mientras una lágrima caminaba por su mejilla y le dejaba marcado otro sendero de dolor en su rostro, por dentro pensó: “Amorcito y la reputa que te parió. Siempre elijo mal, siempre me cagan”.
Nunca más se volvieron a ver.