miércoles, 22 de agosto de 2012

Tolerancia

Hay veces que la cabeza busca decorar historias. Hay otras que la historia sola, sin cáscara, ya tiene el suficiente peso como para conquistar este espacio...
Sucedió en un capítulo de The Big Bang Theory. Penny, la hermosa rubia, tiene una relación de idas y vueltas con Leonard, el vecino científico que vive enfrente. Son agua y aceite. Han sobrevivido a algún romance efímero y no han sobrevivido al deseo constante.
Una noche, Leonard y sus tres amigos científicos realizan un experimento en la terraza. Invitan a Penny, que justo se encuentra acompañada de un pretendiente. En la interacción, pasa lo obvio: el pretendiente queda mal parado en el mundo de los científicos. Penny, inevitablemente, se sonroja y avergüenza. De inmediato le dice, no, le ordena a su pretendiente: "Vámos a una fiesta".
Algunas horas después, Penny golpea la puerta del departamento de Leonard. Es madrugada. Leonard se acerca en pijama a abrir la puerta. Ella, borracha, le dice: "Te odio. Has matado mi tolerancia a los idiotas".
A veces no hace falta agregar más nada cuando las cosas se dicen de manera tan perfecta.

martes, 14 de agosto de 2012

HdP 19: Subte

Los ojos como búho. El cuerpo que va de un lado a otro de la cama. Que las piernas para acá, que las piernas para allá. Las neuronas se pelean y pierden las dos por nocaut. El tiempo alcanza y sobra para repasar la vida de punta a punta. Es la misma historia de ayer y de anteayer narrada en madrugadas de insomnio, una película triste donde el cine se mira al revés: acá ganan los malos.
"Maldito subte", lanza al aire en la soledad de la noche. Arrastra como cadena una semana complicada. Llegó tarde al trabajo y le trajo problemas con su jefe: casi lo echan. Sumó nervios por miles en cada viaje de regreso y se perdió el partidito de fútbol con los amigos porque el colectivo nunca pasó. Y la pelea con la novia que no quiso salir de su cucha y lanzó esa frase con olor a mentira: "Gordi, viajar hasta tu casita hoy es un lío. Ya estoy por bañarme y ponerme el pijamita. Me quedo en mi cuchita y nos vemos otro día, ¿si amorcito?".
El control remoto salta de un canal en otro. Animal Planet, algún rockito suelto, partidos viejos de fútbol, un poco de comedia, los noticieros de la madrugada. Todo y nada. "Se levante el paro de subte" dice la pantalla con placa roja y letras blancas. "Imágenes, ya". Un muchachito entrajeado con menos de 30 años y mucha cara de susto tiene el micrófono en el Hall de la estación Constitución. "Señor, buen día, ¿está contento de tomar el subte?", entrevista. Desde la cama de sábanas revueltas, historias de desconsuelo y madrugadas sin dormir, se le contesta: "No, pelotudo, si va a estar re triste". "Tenemos otro entrevistado: señora, buen día, tarda menos con el subte". "Ah, no, este pibe se recibió de pelotudo... ¡Y con honores! ¡Hay que enseñarle a preguntar! La viejita tendría que decirle: no, tarado, tardo más pero me gusta perder el tiempo viajando y hablando con boludos como vos. Ja". "Sigo con las notas, estudio. Cualquier cosa me dicen y vuelvo al piso. Acá una parejijta que se besa apasionadamente. Eso es amor... ¡A las cinco de la mañana! Esperamos para no interrumpir y así miran a cámara. Ahora sí. Hola chicos, que lindo beso se dieron. ¿Están felices?".
Maldito subte... Malditas noches de insomnio. Maldito notero pelotudo y maldita amorcito que nunca se quedó en su casa.
No había más que mirar. Apagó la tele y no pude volverse a dormir. Ni esa madrugada, ni la siguiente, ni la siguiente...