jueves, 30 de septiembre de 2010

EM 24: Pinocho

Ernesto Poroto Marangoni miró a su alrededor. Sintió una sensación especial, desconocida, inédita. Ese era su lugar en el mundo.
Y Poroto sonriendo despertó...

FIN
(o regresará, quien sabe, como las dudas que siembran las bandas de rock cuando terminan un ciclo. Fin de un ciclo).

lunes, 27 de septiembre de 2010

EM 23: Chapulín

Ernesto Poroto Marangoni vio pasar las horas sentado en el bar del olvido. Allí donde todo pasa y nada sucede. Hay días que son así. Hay vidas que son así. Un minuto, diez, media hora, una hora… El reloj avanzaba con su propia celeridad. Nunca un segundo es igual a otro. Nunca un minuto pasa con la misma velocidad para dos personas. Nadie mide igual el tiempo.
Cuando la hora señalada se acercaba, Poroto comenzó a ver cambios en la escenografía del barrio. Por la mañana, abundaban las remeras de rock. Algunas de Rolling Stones, otras de Beatles. Uno con la cara de Pomelo. Otra de Callejeros y uno, distinto, con la cara de Gardel. Alguna minifalda osada se entremetió entre tanta remera, desafiando los calores y fechas. De eso se trata, de desafíos.
Pero primero pasó un hombre con la remera de Batman. Después uno con el Capitán América. Más luego otra roja con letras amarillas. Dos letras, la c y la h, la forma en la que aquí y en la China se identifica al Chapulín Colorado (en realidad: ¿será así en la China?).
Cuando las agujas llamaban a la urgencia, Poroto se levantó, pagó los 30 pesos por la picada y la cerveza, y caminó hasta el timbre aquel. Dijo la contraseña larga, la que se sabía de memoria por repasarla una y mil veces en la espera en el bar del olvido. Camino por un pasillo largo, con paredes descascaradas de un gris intenso. Muy intenso. Pensó: "Que paradoja, los grises nunca son intensos. Son grises".
Vio la puerta de madera esperando ser golpeada. Dos tocs alcanzaron para que, desde adentro, alguien diga: "Pasá, está abierto". Abrió la puerta que crujió de angustia, y vio un cartel que, con letras grandes, expresaba. "Lo malo del amigo es que nos dice las cosas desagradables a la cara; el enemigo las dice a nuestras espaldas y como no nos enteramos, nada ocurre". Louis Charles Alfred de Musset (1810-1857). Poeta francés.
Ingresó en un espacio de unos 6 metros por cuatro, con una decena de sillas dispuestas en ronda. A él le tocó la azul que tenía un cartel con su apellido en letras rojas. Se sentó, miró a su alrededor y vio al hombre de la remera de Batman, al de Capitán América, al de la c y la h, y una chica con la ropa de Mujer Maravilla. Hasta la vincha tenía.
-Hola a todos... saludó Poroto.
-Bienvenido, le dijo la voz más dulce que jamás había escuchado…

viernes, 17 de septiembre de 2010

EM 22: Superman (post 150...)

Ernesto Poroto Marangoni tardó un minuto y 42 segundos en subir a su departamento, quitarse el pijama de Batman, ponerse la remera de Superman color azul Francia, su pantalón jogging azul Francia, sus zapatillas azules y ganar la calle con un entusiasmo que hacía rato no lo invadía. Su ritmo de caminata de 2 minutos 10 segundos por cuadra, cronometrado por su amigo Rodríguez, fue superado por amplio margen: 46 segundos menos cada 100 metros. Es más: alguna cuadra la hizo corriendo.
De repente se detuvo y se habló a sí mismo. “Calma, Ernesto, calma. Vos no sos así. La ansiedad no es buena consejera”. Camino más despacio, najo el ritmo, y recordó aquello que una vez dijo Facundo Cabral, el cantante que entonaba aquella preciosa melodía titulada Vuele bajo: "Libérate de la ansiedad, piensa que lo que debe ser, será, y sucederá naturalmente".
A dos cuadras más con paso sereno le siguió una corrida desenfrenada por otras cinco. No había caso: las emociones no se controlan. Se viven. Se palpitan. Se sienten. Se palpan. Se sufren. Se gozan. Se desvanecen.
Un cartel en la puerta decía: "Bienvenido a la reunión por el Día de Prevención del Suicidio". Por primera vez en mucho tiempo, Ernesto Porto Marangoni sintió que algo tenía sentido en su vida. A veces hasta las cosas más extrañas tienen sentido. Al fin de cuentas, ¿quién determina que es extraño y que no? Al fin de cuentas, ¿quién determina que tiene sentido y quién no?
El cartel estaba puesto en la entrada de un PH. Ernesto tocó el timbre. Una voz agradable y suave atendió.
-Buenas tardes.
-Buenas tardes. Yo me llamo Poroto. Mi apellido es Ernesto. Me dicen Marangoni… No, perdón, dije todo mal. Estoy un poco nervioso. Me llamo Ernesto. Me apellido Marangoni. Me dicen Poroto… me quedé pensando: ¿se dice me apellido?
-Sí.
-Perfecto. Bueno, mi portero José me dio una nota que tenía esta dirección…
-Sí.
-Y vine a esta dirección…
-Sí.
-Y acá estoy...
-Sí.
-¿Puedo pasar?
-No
-¿Por qué?
-La reunión es a las 17. Son las 10. Faltan siete horas. ¿No leyó toda la nota?
-No, salí corriendo antes. Me cambié mi pijama de Batman y vine lo más rápido posible.
-Bueno, te esperamos más tarde, ¿si? No olvides la contraseña.
-¿Cuál contraseña?
-La de la nota... ¿No leiste toda la nota?
-No.
-Bueno es fácil. Es una frase de la película Superman, que nació en el planeta Krypton, con el nombre de Kal-el.
-Ok, decímela.
-Ahí va: "Jamás estarás solo. Viajarás muy lejos, mi pequeño Kal-el, pero no te abandonaré ni aún cuando la muerte nos lleve. La riqueza de nuestras vidas pasará a ti. Todo lo que tengo, lo que he aprendido, mis sentimientos, todo eso y más pasará a ti, hijo mío. Seré tu compañero todos los días de mi vida. Harás de mi fuerza la tuya. Verás mi vida a través de tus ojos y yo la tuya a través de los mios. El hijo se convertirá en padre y el padre, en hijo. Este es mi legado, todo lo que puedo darte, Kal-el". Fácil.
-¡Es imposible recordarla!
-Ok, entonces estarás en la segunda fila y decí la segunda contraseña.
-¿Cuál es?
-Poroto...

viernes, 10 de septiembre de 2010

EM 21: Batman

Este viernes 10 de septiembre, Ernesto Poroto Marangoni tuvo un amanecer distinto. José, su portero, lo despertó con tres toques de timbres largos y uno corto. Es el código que utilizan ambos ante una emergencia. Poroto no dudó: bajó corriendo las escaleras con su pijama de Batman. En el camino, se encontró con la vecina del tercero B que empezaba su día con un vestido muy ajustado al cuerpo. "Buen día, vecina". La rubia lo miró de arriba abajo, y no pudo contener la carcajada. "El hombre sufre tan terriblemente en el mundo que se ha visto obligado a inventar la risa", le dijo Poroto. "La frase es de Friedrich Nietzsche, vecina". La rubia lanzó una carcajada aún más estruendosa que la anterior.
Poroto se quedó mirando a la vecina. Se hizo un silencio de un puñadito de segundos. Son esos momentos en los que se debe optar. La vida es eso: una sucesión de opciones que golpean la puerta del pensamiento sin pausa. Desde la marca del yogur hasta las decisiones más trascendentales. De insistir con los principios hasta las últimas consecuencias, o doblar en la esquina de los atajos de la claudicación. Poroto es lo que es, ni más ni menos. Pero algo tiene en la esencia de sus venas: el convencimiento de no traicionar nunca los códigos de la vida. Por eso, tomó aire, y le dijo a la rubia: "La raza humana tiene un arma verdaderamente eficaz: la risa. Esta frase es de Mark Twain".
Poroto sabía lo que seguiría. No hay peor enemigo que el previsible. Le quita gracia a la batalla. Hace que los éxitos sean menores. La rubia, débil de espíritu, río todavía más fuerte. Ernesto, con su boxer de Batman y la remera de Robin, la hizo callar con una caricia en su pelo y le espetó. "Mirá, vecina. No creo que entiendas de que te estoy hablando. Es cierto que a veces ni yo me entiendo. Pero hay otras ocasiones en las que estoy convencido de todo. Sé de principio a fin lo que quiero pensar, hacer y decir. Esos son los instantes más felices de mi vida. No son muchos. No abundan. Y tampoco abundan las personas que puedan completar esa compleja triada. Pero algo quiero decirte. En Batman, el Caballero de la Noche, Christian Bale, le dice al Guasón que interpreta Heath Ledger. 'Joker: Déjame ponerte un sonrisa en esa cara'. No creas que entiendas de que se trata. Pero a veces las risas no son risas. Son muecas. Como las personas".
Poroto siguió bajando las escaleras a toda velocidad. La vecina descendió por el ascensor. Por distintos caminos, llegaron juntos a planta baja. José saludó a la rubia con un gentil: "Buen díaaaaa". A Poroto le dijo: "Tomá Marangonito, llego esto para vos".
Era una carta informativa por el Día Mundial para la Prevención del Suicidio.

viernes, 3 de septiembre de 2010

EM 20: Mirtha Legrand

Ernesto Poroto Marangoni estaba feliz. Muy feliz. Sentía que había salvado la vida del señor borracho. ¿Es que alguien puede negar tal afirmación? Poroto siempre creyó en el efecto Mariposa y sus derivaciones. Esa teoría que habla sobre cambios minúsculos que conducen a resultados totalmente diferentes. Si alguien cruza un semáforo corriendo, su vida será totalmente distinta que si hubiese esperado a la próxima luz verde. Si Ernesto no estaba en el lugar en ese bar, justo esa noche, su vida hubiese sido otra. Y la del señor Borracho. Y la del portero José. Y la de la chica del pantalón rosa...
Después de desayunar un café con leche con dos tostadas con manteca, Ernesto fue donde tenía que ir. Hay cosas que resultan impostergables, decisiones que no se deben hacer esperar.
-Jugame el 14 a la cabeza en todas los sorteos del día, le dijo a Alberto, el quinielero de la otra cuadra.
-Epa, epa, el borracho... ¿Por qué ese número Poroto?
-Le salve la vida a un borracho, por eso.
-Epa, epa, Poroto. ¿Así que ahora sos benefactor de la humanidad?
-No, Alberto. Simplemente ayude a alguien que lo necesitaba. Es lindo dar ayuda sin que te la pidan.
-Epa, epa, Poroto. ¡Yo hoy ayude a una viejita a cruzar la calle sin que me lo pida!
-Muy bien, ese es un buen gesto.
-Sí, era mi abuela. Epa, epa... Iba apurada porqué empezaba Mirtha Legrand. Es una grande.
-¿Mirtha?
-Epa, epa, Poroto. Que confusión. Hablaba de mi abuela. ¿Sabés que está de novia? Se enganchó un pendejo de 75 años.
-¿Ella cuántos años tiene?
-Epa, que curioso, Poroto. Rebeca tiene 82. Y parece de 80. Ni una arruga.
-Hablando de arrugas, de almas...
-Hablemos.
-Te decía. Albert Schwietzer escribó una vez: "Los años arrugan la piel, pero renunciar al entusiasmo arruga el alma". ¿Qué opinás?
-Epa, epa, se llama Albert. Como yo.
-Sí, sabés quién fue?
-Lo tengo...
-...Muy bien.
-Lo tengo en el más absoluto de mis desconcimientos.
-Anota: médico, filósofo, teólogo protestante, músico franco alemán y Premio Nobel de la paz en 1952.
-Epa, epa. Que persona importante. Pero yo prefiero lo que dice mi abuela: "No se peleen no discutan la vida es corta y vale la pena ser vivida...". ¡Toma mate, Poroto!
-¡Eso lo dijo Mirtha Legrand!
-Epa, Poroto, epa. No me contradigas. Aunque tal vez tengas razón. Tomá tu vuelto de la apuesta. Ojalá tengas suerte con el borracho.
Ese día el 14 salió a la cabeza en todos sorteos.