sábado, 16 de junio de 2012

HdP14: Sábado a la noche

"Perfecto. Una excelente afeitada".
Al fin, después de cuatro meses, el miércoles iba a tener su primera salida en esta nueva etapa de soltero. Parece que la gordita de la vuelta dijo que sí. "Se hizo rogar la guachita. Eso tienen las minas. Saben mejor que nosotros cuando apretar el acelerador y cuando poner el freno. Nos manejan a su antojo", se decía mientras se miraba al espejo y se pasaba la mano por su rostro de aquí para allá, buscando algún pelo rebelde que se haya negado a salir apegado al rubor de la mejilla, el mentón o algún otro recoveco de la cara.
En realidad había una alta probabilidad, pero ninguna confirmación. Lo de la gordita, ese tema. Ya había suspendido dos veces. O era tímida, o no tenía la menor intención pero no quería lastimar con un no. Buenita la gordita...
Por las dudas había que estar listo. Y eso significa el mejor look posible, es decir, con barba de cuatro noches. "Hoy es sábado a la noche. Viene domingo, lunes, martes y miércoles. Perfecto", enumeraba mientras se esparcía la colonia y quedaba perfumadito y con olor rico, listo para ir a dormir. "Hoy es sábado a la noche", se repitió y, de inmediato, vio como ese ser que habita en el espejo, tan parecido a él, tan distinto a él, le hacía una mueca de resignación. "Hoy es sábado a la noche", se repitió. Y el gesto en el vidrio ya estaba desfigurado...
La remera de siempre, el pantalón de siempre, el colectivo de siempre, la fila del cine de siempre, y la pregunta de siempre de la vendedora:
-¿Alguna promoción? ¿Quiere el súper combo de pochoclos y nachos? ¿O los chupetines nuevos con la imagen de los animalitos de Madagascar?
-No, gracias. Pero tengo dos por uno en entradas.
-Pero usted está solo, señor.
-Pero tengo dos por uno.
-Pero usted está solo, SEÑOR.
-¡Pero tengo dos por uno!
-¡Sí, pero usted está solo!
-No, nena. En la vereda hay una viejita que mira para adentro del Shopping. Tiene sueños en los ojos. Sueños de compañía, de que alguien le diga hola. De dejar de ser una estatua que nadie mira mientras su corazón se apaga cada día un poquitín más. Dame el dos por uno, por favor, nena.
La viejita miró la entrada una y otra vez. "Es de verdad, abuela". "Hace no sé cuantos años que no voy al cine, querido. La última fue Chicago, en 2003. Ganó el Oscar, ¿sabías querido?". "Sí, abuela, pero hoy quiero estar un poquito solo, la próxima la invito y hablamos más, ¿sí? Venga, subamos juntos, es por acá".
Le regaló el paquete más grande de pochoclos, aunque la abuela le haya divertido que le daban "gasecitos". Mitad arrepentido, mitad encantado, pensó en retomar la charla con la abuela. "¿Tiene niet...?". Esa letra O nunca salió de su boca. Murió sin ninguna explicación. También la ese. Bajando las escaleras, justo cuatro filas delante, una pareja se mimaba y besaba con ternura. De esos besos primerizos que parecen pedir permiso, con lenguas que quieren ser conquistadoras de universos ajenos, aunque todavía se muestran extranjeras del territorio que desean exploran de punta a punta. Chocan, se golpean, pero aun no se entrelazan.
-Cinco nietos. Dos, dos y uno. Dos de mi hija mayor, que es abogada. Dos del del medio, que es médico. Una del más chico, el músico, que es un tiro al aire pero parece que encontró una chica que lo encarriló. Pero los veo poco, porque mis hijos viven lejos y ellos no vienen y yo puedo moverme poco, ¿viste? Me cuesta caminar. Lástima mi marido, que murió apenas nació la nieta mayor. Un ataque al corazón, querido. Así, de un momento a otro. Muchas preocupaciones que no sirven para nada. Como vos, que estás preocupado por esa chica de adelante. ¿Querés pochoclito? No comiste ni uno...
-No, gracias. Tengo dos muelas con caries y el pochoc... Espere, abuela, ¿qué chica de adelante?
-Esa que mirás ahí, en la fila de adelante, querido. Esa que está besando a ese otro señor, justo ahora. Esa, esa misma. Esa que te hace humedecer los ojos. ¿Querés un pañuelo?
-No, no. Gracias.
-¿Hace cuánto, querido?
-Unos pocos meses.
-¿La extrañás mucho?
-A veces. Vio como es esto, abuela: la soledad trae recuerdos, los recuerdos traen nostalgia, la nostalgia trae tristeza, y la tristeza trae soledad. Es cíciclo. Y también verla así, tan, tan... Así, tan... Siento bronquita, ¿sabe? Ella decía que iba a tardar años en tener otro. Yo le decía que al revés, que habrá miles de buitres revoloteando por su nido. Las mujeres eligen, pero los buitres vuelan. Y yo nunca fui buitre, ni aguila. Tengo el doctorado de pichón en esta vida, abuela.
-Ah, sí, entiendo. Ayer vi un documental de ese canal de bichos raros, ese Animal Planet. Se aprende mucho, ¿viste? Los animales no se complican tanto. Eso es mejor. Uy, empieza la película, querido. Espero que no sea de llorar porque si no nos vas a ahogar a todos vos.
Era de llorar, pero nadie se ahogó. "Hiciste bien en ponerte esa revista en la cara cuando pasó la chica de la mano de ese tipo. Mejor no ver. Los ojos son asesinos del propio corazón. Yo soy medio miope, querido. Veo lo que puedo. Y aprendí a ver lo que quiero. Y ahora vamos yendo. Agarrame del brazo que me caigo, no puedo caminar bien. El reuma. Pero igual vos quedate tranquilo, el sábado a la noche voy a estar en el mismo lugar, si querés, y me invitás de nuevo. Mirá, sobró un poquito de pochoclito, ¿querés?”.

3 comentarios:

  1. "la soledad trae recuerdos, los recuerdos traen nostalgia, la nostalgia trae tristeza, y la tristeza trae soledad. Es cíciclo."

    mejor dicho, imposible.

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