Un médico, dos médicos, tres médicos. Doce médicos. A sus
gastados 77 años, ir al médico dejó de ser un tema estricto de salud. Se trata, ni más
ni menos, que de un acontecimiento social.
Hablar y ser escuchada para quebrar tantos días de soledades. Tantas tardes con la TV como única voz amiga. Son, ni más ni menos, mimos en forma de recetas. Caricias al alma en forma de
palabras. Y, sobre todo, mantener la cabeza activa. Sí, perdón, de salud se trata.
“Mirá, en el almanaque. Los redondeles son los días que
tengo médico. Pero el 3 no me acuerdo turno de que tengo”. En ese almanaque que
cuelga de la heladera, la mayor parte de los días del mes tienen un círculo
alrededor. “Mirá que no me puedo acordar que tengo el 3. ¡Qué cosa! Yo voy
igual y alguno me va a atender. Sino voy un rato y hablo con la secretaría que
ya me hice amiga”.
Un médico, dos médicos…
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