sábado, 7 de abril de 2012

Muerte 7: Hielos

Todos nacemos para morir. Cada uno nace a su manera. Cada uno muere a su manera. Pero no todos tenemos destino de hielo, cuya existencia tiene un sentido tan marcado, tan vacío y tan perfecto a la vez.
Hay hielos nacidos sólo para nadar en vasos. Son la mayoría. Chapotean, resisten, se rinden, se ahogan. Y después vendrán otros hielos para ser desparramados en los mismos líquidos, sabedores que sus antecesores ya dejaron huella. Y harán lo que deben hacer: seguir la huella.
Hay otros hielos, minoría, nacidos con otro destino. Son hielos sanadores. Hielos bálsamos de heridas de guerra, amigos de almas que sangran por dentro. Besan pieles descascaradas, huesos astillados y moretones relucientes.
Curioso destino de cumplir su deber mientras deshacen su existencia. Enfrían, como toda solución. Pero, hielos al fin, no llegan al interior para congelar el fuego de esos corazones que arden de dolor.
Son hielos. No son milagros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario