martes, 28 de julio de 2009

Línea 105

El pelo recogido y algo sucio le caía hasta la mitad de su espalda. La barba tupida superaba el límite de su pera. Sus manos hacían de manos y también de pies. Agil, subió al colectivo y se acomodó en un espacio mínimo entre la puerta y el volante. La silla de ruedas plegable quedó a un costadito...
"¿Qué hace el marido de la gallina dado vuelta? ¡Yoga!". Mientras repasaba la vida del chofer y sus compañeros de la línea 105, matizaba la charla con chistes fáciles y cortitos. Una tras otro. Para maquillar tanto frío, tanta pandemia, tantas soledades del mismo viaje.
Y esa maldita obsesión que vuelve al ataque. El recuerdo de la china, del parrilero, de aquel, de aquella, de todos. El propio. El paralítico con poco que es feliz. Esa chica bonita con dos ojazos verdes que caminan por la cornisa. Ese hombre con mirada de rencor. La viejita con miedo. El bebé que llora...
"Mamá, mamá, me tragué una cucharita. Tené cuidado nene que no te revuelva el estómago". El chofer ríe. El colectivo frena. La silla de ruedas se mueve y vuelve a su lugar.

3 comentarios:

  1. Hola Mr. escuche una cosita, me corrige lo de la barba del principo porque dice "bara".

    Sus cuentos me gustan...
    no hay más que decir, el resto lo sabe!

    Besos

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  2. parada... chofer.
    nada personal quise decir que bajo en la próxima

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