viernes, 3 de julio de 2009

Nazca

Los taxistas. Esa raza tan especial. Un viaje de diez cuadras es una vida resumida en un puñado de minutos. Una charla fugaz y una pincelada de un alma...
-Recién uno me trajo por Corrientes. Ahora vos me llevas para el Cid. ¡Me acercan a mi casa!
-¿Dónde vivís?
-Villa Devoto. Nazca derechito y llego.
-Será el destino que quieres que termines el día. ¿A qué hora empezaste?
-A las 9, y paré al mediodía.
-Bueno, son las 10. Van 13 horas... Volvete. ¿Ya cubriste el alquiler?
-Por ahora sólo zafé los gastos del alquiler y el gas. No me queda ni un peso para mí.
-¿Y si te toca un viaje a La Boca?
-Me voy a La Boca, no lo dudo. Claro, nos dejan los domingos libres pero con eso cubrimos los días de semana que no llegamos a sacar un manguito.
-Hay que tener mucha paciencia para ser taxista.
-Hay que tener unos huevos así de grandes. Yo fui taxista hasta hace seis años...
-Te quedan dos cuadras para resumirme tu vida...
-Empecé a trabajar en el armado de negocios con una gente. Pero se empezaron a venir a pique y me dieron la opción del taxi. Por lo menos es trabajo.
-Sí, obvio. Llegamos. Tomá 20 pesos.
-Tu vuelto, pibe.
-Gracias, buenas noches. Que sea Nazca, o La Boca. Lo que el destino quiera.
Y se fue por Gaona, subiendo la numeración. En la primera cuadra nadie lo paró...

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