"Voy a ir por las calles de adentro así estoy más tranquilo y nadie me
hincha", pensó él. Y comenzó a caminar esas diez cuadras. Eran las
11.17.
"Voy a ir por la avenida así veo gente y me distraigo. De paso
miro vidrieras a ver si le compro una bobada a este tarado", pensó
ella. Y comenzó a caminar esas diez cuadras. Eran las 11.18
A las
11.32, con unos bombones en la mano, él llegó a la casa de ella. Tocó el
timbre. Una vez. Dos veces. Después, algunos golpecitos en la puerta.
Nadie contestó. Y pensó: "Seguro que está se fue de alguna amiga para
hablar pestes de mí. Anoche me quedé en casa para pensar cómo encararla,
qué decirle. Y la señorita no está. Yo me jugué por ella todo,
enterito. Hice cosas que nunca pensé que haría por una mina. Lloré,
sufrí. Me jugué todo. Enterito. Hasta falte a algunos partiditos con los
chicos para llevarla a pasear a las ferias esas de mierda cuando me
rompía las pelotas. Pero ella nada, sólo ve lo que ella quería ver. No
es cierto que el peor ciego es el que no quiere ver. El peor ciego es
el que ve solamente lo que quiere ver. Porque así la mirada discrimina".
A
las 11.38, con un osito de peluche en su mano, ella tocó el timbre en
la casa de él. A los pocos segundos, insistió con varios timbrazos.
"Callate, Boby", le gritó al perro que no paraba de ladrar. Y pensó:
"Este atorrante se fue de putas y se quedó a dormir en lo de El Negro. O
pernoctó en el hotel con alguna trolita. Y yo que estuve toda la noche
llorándolo delante de mis amigas. Y el señorito no está. Pero éstas
fueron las últimas gotas que nacieron de mis ojos. Yo me jugué todo por
él. Enterita. Hice cosas que nunca pensé que haría por un tipo. Hasta lo
defendí delante de mi viejo aunque casi nunca tenía razón. Pero claro,
él nada, miraba todo desde su egoísmo machista. No es cierto que el
tuerto es rey entre los ciegos. El tuerto es rey si sabe ser rey. Y él
no supo. No quiso. No nada".
Eran las 11.38. "Voy a volver por la
avenida a ver si encuentro alguna parrilla para comer algo. Me dio
hambre. Los bombones me los como de postre. Ya fue, nunca más cuidarme
por la dieta que esta me ponía. Ya fue", pensó él.
Eran las 11.43.
"Voy a volver por las calles de adentro así nadie me molesta. Y, además,
así tiro este osito de mierda en algún basurero. Ya fue, nunca más
ositos para nadie. Ya fue", pensó ella.
miércoles, 21 de agosto de 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
¿No es lo que pasa siempre? Ah no, a veces ni siquiera... qué difícil que es. :(
ResponderEliminar