Algo tienen los chinos de los súper. Primero, voluntad de trabajo inclaudicable. Segundo, percepción.
Detrás del mostrador, un chino joven con peinado emo le cobra a una señora que pasó los cuarenta, luce equipo de gimnasia, un escote renovado y una marca blanca en su piel justo en el dedo anular izquierdo. Luce una sonrisa matinal y el pelo algo revuelto.
La dama en cuestión paga con 20 pesos un total de 18,25 pesos, y recibe el correspondiente vuelto en monedas. Mira, piensa y objeta: "No, está mal". El chino emo, confiado en que nunca se equivocan en los números, le afirma: "No, señora, está bien. Vos contas mal, señora". La dama que paós los cuarenta recuenta, se excusa y dice: "Perdón, tenés razón".
El chino, que en realidad puede ser japonés, o tal vez coreano, la mira, se ríe y le dice: "Es el amor...". La dama se sonroja, junta las monedas y deja el súper rápido sin comprarle nada al verdulero de la entrada.
lunes, 30 de noviembre de 2009
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Ahhhhhh... el amor... (suspiro)
ResponderEliminarEl amor (principalmente en los primeros momentos) nos deja en una nube, como atontados, y qué lindo es disfrutar de ese momento!
Besos
jajaja muy tierno para ser vos!
ResponderEliminaroh el amore, el amore...
puff... extraño estar en ese estado obnubilado!
muy lindo.
beso