viernes, 19 de junio de 2009

Miércoles

Dos chicos muy rubios hablan en la entrada del Club de Polo de París, con su mamá unos metros detrás mientras controla que la hermanita, igual de rubia, se acerque. Los tres llevan raquetas de tenis más grandes que sus diminutos torsos. Otro chico -bah, un adolescente de unos 15 años- sale de allí con su bolsa de palos de golf, y sube al taxi que lo espera desde hace varios minutos. Antes de sentarse, revisa su billetera para corroborar que tiene euros suficientes para el viaje, cosa habitualmente cara. Y más para los turistas, que suelen caer en las garras de choferes que dan alguna vueltita de más para que las fichas sigan cayendo (¿quién dijo que esto sucede sólo en la Argentina?).
Es miércoles y hay más actividad que la cotidiana, ya que es el día en que el club abre sus puertas a los más pequeños. No sólo por eso es un día especial. Porque esta bellísima entidad tiene una verdadera suerte de miércoles. Tanta, que su existencia se debe a un golpe del azar relacionado con este día de la semana.
Cuando los socialistas llegaron al poder en París cuatro años atrás anunciaron la expropiación de esta institución de Bagatelle, zona que debe su nombre al pequeño castillo que Maréchal d´Estrées construyó en 1720 muy cerca de ahí ("bagatelle" significa "cosa de poca sustancia y poco valor"). Se trata, paradójicamente, de un lugar imponente muy próximo al centro de la ciudad, un bocado apetecible para todo político del mundo que desee tomar una medida popular. Y más para los socialistas que se relamían por este predio que -pensaban- estaba destinado a 300 ricachones que jugaban un deporte de pocos.
Pero su visita fue un miércoles, el día de mayor actividad, y los izquierda caviar (así se los llama por estos lados) se toparon con otro panorama. No se trata sólo del lugar donde Sarkozy, antes de ser presidente, y Jack Nicholson, cuando visita la ciudad, se relajan en la hora del almuerzo. Es una entidad que tiene actividad más allá del polo y a la que por prejuicios, que habitan en todo el planeta, iban a derrumbar, como sí lo hicieron con la vecina Tir a Pigeon (de tiro).
"Somos un club familiar, sin fines de lucro, y que paga todos los años mucho dinero al estado francés. La fundación fue en 1892 y por suerte seguimos con vida y muchos proyectos, como este partido perfecto", cuenta Pierre Yves de Charbonniere, un argentino encargado del polo de la entidad, que vive en París desde 1966 y tiene dos canchas en San Miguel del Monte. Por suerte... y porque existe el miércoles.

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